Época:
Inicio: Año 754 A. C.
Fin: Año 590 D.C.




Comentario

La leyenda cuenta que la ciudad de Roma fue fundada por Rómulo el 21 de abril de 754 a.C. Rómulo, y su hermano gemelo Remo, era hijo de la vestal Rea Silvia y el dios Marte. Rea Silvia, hija de Numitor, el rey de Alba Longa -fundada por Ascanio, hijo del troyano Eneas-, se hizo vestal cuando su tío Amulio destronó a su padre. El voto de castidad obligatorio para las vestales fue quebrantado por Rea Silvia, ya que tuvo con Marte dos mellizos. Amulio la condenó a muerte y a los mellizos a ser arrojados al Tíber. Pero los esclavos encargados de cumplir el castigo se apiadaron de los pequeños y dejaron la canasta en la orilla del río. Cuando una loba se acercó al río a beber, oyó los llantos de los niños y los amamantó hasta que el pastor Fausto se hizo cargo de ellos. Cuando se enteraron de la verdadera historia de su nacimiento, mataron a Amulio y restauraron en el trono a su abuelo Numitor. Abandonaron Alba Longa y decidieron fundar una ciudad en el sitio donde fueron encontrados.
Rómulo trazó el contorno de la ciudad con un arado y juró que mataría a quien franqueara las imaginarias murallas de Roma. Su hermano Remo pensó que la amenaza de Rómulo no sería efectiva y cruzó la línea. Rómulo mató a su hermano y se convirtió en rey de la nueva ciudad. Durante su reinado, Roma se unió a los sabinos. La leyenda nos narra el famoso rapto de las sabinas, mujeres que habitaban en las cercanías de la ciudad que fueron raptadas por los romanos, iniciándose un período de luchas entre ambos pueblos hasta que se estableció la paz, creándose un estado único con el poder compartido entre el rey sabino Tito Tacio y Rómulo. A la muerte del sabino, Rómulo quedó como único rey. La monarquía será, por lo tanto, el primer sistema de gobierno que se establecerá en la nueva ciudad.

Arqueológicamente, se han encontrado importantes restos en las siete colinas que conformarán Roma -Capitolino, Quirinal, Viminal, Esquilino, Celio, Aventino y Palatino-, especialmente en el Palatino, fechados en el siglo VIII a.C. Posiblemente se tratara de aldeas independientes que se coaligaron por razones defensivas, eligiendo a uno de sus jefes como rey.

La lista canónica de los siete reyes de Roma -u ocho, de incluir a Tito Tacio, que durante algún tiempo habría constituido con Rómulo una especie de diarquía- es la siguiente: Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Lucio Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio. Los tres primeros, sin contar a Rómulo, serán de origen sabino, lo que viene a confirmar la fusión de romanos y sabinos -posiblemente instalados en el Quirinal-. En estos primeros momentos se empiezan a gestar las primeras instituciones urbanas: los Comicios Curiados y el Senado.

La mayoría de los historiadores actuales comparten la idea de una Roma en progreso que alcanzó, en la últimas décadas del siglo VII a.C. y sobre todo en el siglo VI a.C., un auge comparable al de las grandes ciudades etruscas. La ciudad-estado romana estaba ya plenamente formada en esta época, con una imagen externa monumental, con templos importantes, un foro pavimentado y unos ordenamientos constitucionales que fueron actualizados durante el siglo VI a.C.

El advenimiento de Tarquinio Prisco es visto por algunos historiadores como una consecuencia de la dominación etrusca sobre Roma. Los cambios que se producen en la imagen de la ciudad -pavimentación del Foro y construcción de la Cloaca Máxima- son indicativos de la mencionada dominación etrusca. Roma, durante esta segunda fase monárquica, siguió siendo una ciudad latina, independiente políticamente, aunque muy vinculada al mundo etrusco. Además, en estas fechas se produjo un sorprendente progreso social y económico de la urbe, que se convirtió en la ciudad hegemónica del Lacio. También fue decisiva en este período la influencia griega. La nueva organización del territorio al dividir a los romanos en tribus y en clases según su riqueza, la elaboración del censo, la creación de un sistema monetario, la introducción de los Comicios Centuriados y la creación de un ejército hoplítico serán las reformas más importantes impulsadas por Servio Tulio.

El reinado de Tarquinio el Soberbio supondrá el final de la monarquía y el inicio de la República. El cambio de régimen vendrá motivado, posiblemente, por el cansancio de los aristócratas de la política expansiva del monarca. La invasión de Roma por Porsenna y el republicanismo imperante en las vecinas ciudades etruscas sirvieron como acicate para provocar el derrocamiento. Pero la leyenda nos narra de una manera diferente el final de la monarquía romana. Lucrecia era una importante matrona romana, hija de Septimio Lucrecio Triciplino y esposa de Colatino. Sexto, hijo del monarca romano Tarquinio el Soberbio, se prendó de la belleza de la mujer y al no conseguir sus propósitos, consiguió entrar una noche en la habitación de Lucrecia para forzarla. La amenazó, si no accedía a sus deseos, con matarla y situar a su lado el cadáver de un esclavo para aumentar su deshonra. Consumada la violación, Lucrecia convocó a su familia al día siguiente para darle a conocer la terrible noticia, momento que aprovechó para suicidarse y lavar así la afrenta. Bruto, presente en el momento del suicidio, arrancó el puñal que Lucrecia había clavado en su corazón y juró venganza. La venganza de los Lucrecios será, por lo tanto, el mítico origen de la caída de la Monarquía en Roma y la instauración de la República en el año 509 a.C.